OPINIÓN

Mientras tanto...

Luis Rubio EN EL NORTE

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El Quijote y Sancho: el mundo de fantasía y el del sentido común, dos caras de una misma moneda. El Quijote prefiere la moral para avanzar sus causas y considera al sentido común como una pérdida de tiempo y energía. Sancho le advierte al Quijote que el gigante que desea atacar solo es un molino de viento y, como tal, debe dejarle en paz. Abandonar su sensatez, o más bien su sentido común, le dio al Quijote la libertad para involucrarse en tareas fútiles como atacar molinos de viento. Al final, los "gigantes de brazos largos" mantienen a la población lo suficientemente satisfecha y distraída para olvidar sus problemas cotidianos. Pero esos problemas no desaparecen: anticipan el siguiente desengaño, la caída y el desánimo. O peor.