"¡Cosa singular! Verdaderamente, el auténtico poeta se ve forzado a derrochar estoicismo, control, limitación. ¿Cuándo? Cada vez que lo azota la oleada sentimental, cuando el hormigueo en la lengua lo marea al punto de reventar, ese penitente empezará a arquear la ceja o a engrosar la quijada. No le queda otro remedio. ¡Son tantos ya los falsos poetas!".