OPINIÓN

MISCELÁNEA DE HISTORIAS / Catón EN EL NORTE

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MIRADOR

La flor del plúmbago es de un color azul que no se decide a ser azul.

Tan levemente azul es ese azul que aun el azul celeste, que casi no es azul, podría decirle con burla o con desdén: "¿Tú? ¿Azul?".

Yo miro este azul tímido, este azul lánguido, este púdico azul, y me conmuevo. Si todavía tuviera aquel tintero de mi infancia, de un intenso azul -la infancia y el tintero-, se lo ofrecería a la flor para que se pintara. Al menos cuando las rosas se abren a su lado.

Pero ¿qué puedo yo decir, qué puedo hacer, si soy de color gris? Iré al jardín y me acercaré al plúmbago. Quizás al verme así, grisáceo, se sentirá mejor en su callado azul. Y yo seré un poco menos gris, por haber hecho algo en bien de una pequeña flor que debe esforzarse mucho para que digan de ella que es azul.

¡Hasta mañana!...