OPINIÓN

MISCELÁNEA DE HISTORIAS / Catón EN EL NORTE

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MIRADOR

 

Estoy feliz -contaba aquel esposo joven. Mi hijo pronunció hoy su primera palabra. Sintió hambre, y en vez de llorar, llamó a su madre. Dijo: "¡Mamá!".

El padre del muchacho se sonrió.

-Te felicito. Y quiero que me felicites tú también a mí.

-¿Por qué? -preguntó el joven.

Y dijo el padre anciano:

-Ayer te oí cuando discutías por no sé qué con un sujeto. Te dijo palabras injustas, irrazonables, necias. Tú pudiste haber contestado con palabras igualmente torpes. Pero callaste prudentemente hasta que aquel hombre desahogó su enojo. Luego, serenamente, expusiste tus razones y le hiciste ver la realidad. Debes felicitarme tú a mí.

-Pero ¿por qué? -volvió el muchacho a preguntar.

Y respondió su padre con orgullo.

-Porque mi hijo calló su primera palabra. Tú estás contento porque tu hijo aprendió ya a hablar. Yo estoy feliz porque el mío ya aprendió a callar.

¡Hasta mañana!...

 

 

PRESENTE LO TENGO YO

 

Palabras perdidas.

Y ni en el templo halladas.

 

¡Cuántas palabras hemos perdido, cuántas! Yo formaría un catálogo con ellas, pero la lista quedaría ilegible, por mis lágrimas.

-¿Es usted lloroncito, licenciado?

-Bastante. Eso, sabe usted, llega con la edad. No le diré que lloro al escuchar "Qué lejos estoy del suelo donde he nacido", y menos si estoy en el suelo donde he nacido, pero sí lloro -a veces- con una balada que se llama "Come after breakfast, bring your own lunch, and leave before supper time". Esa obra, no sé por qué, me produce muy tiernas emociones.

-Ya entiendo, licenciado. Lo felicito por sus sentimientos.

-Muchas gracias, a sus órdenes. Igual me causan llanto los versos de don Ramón de Campoamor, especialmente aquellos que dicen:

Hojas del árbol caídas

juguete del viento son.

Las ilusiones perdidas

hojas son ¡ay! desprendidas

del árbol del corazón.

Con eso también lloro, sobre todo en la parte que dice ¡ay!

-Me lo explico, licenciado. Es digna de encomio su sensibilidad.

-Muchas gracias, a sus órdenes. ¿Se ha dado usted cuenta de que en estos tiempos ya casi nadie llora? Antes pasaba por la ciudad un río de lágrimas. Las madres se sentían obligadas a sufrir, y, como consecuencia, a llorar. Pensaban que esa era su obligación profesional. Por eso los hijos hacían sufrir a sus mamás, para ayudarlas a cumplir ese deber. Algunos se volvían borrachos, aunque el alcohol les producía náuseas: querían dar a sus madrecitas motivos para el lloro. Otros se iban de la ciudad con objeto de ser el hijo ausente. Era algo muy bonito.

-Me conmueven sus palabras, licenciado.

-Muchas gracias, a sus órdenes. La verdad es que ya no hay amor filial. Y de los hijos menos. Eso a mí me mortifica bastante, viera usted. También lamento la pérdida de algunas palabras que antes se usaban mucho. Creo que con ese tema empezamos nuestra conversación.

-En efecto, licenciado, pero luego nos fuimos por el camino de las lágrimas. ¿Quiere usted mencionar alguna palabra que ha desaparecido?

-Sí. La palabra "triques". ¿La recuerda usted?

-Vagamente. Trique...

-Perdone: ese vocablo se usaba poco en singular. Era más bien plural. Por ejemplo: "Compro triques. Vendo antigüedades".

-Ya entiendo. Y ¿qué eran triques?

-No nos lo dice la Academia. Define "trique" como "estallido leve" y también como "Planta americana de la familia de las iridáceas", pero para nosotros los triques eran otra cosa. Eran las cosas viejas de la casa -muebles, sobre todo- que se arrumbaban en una habitación dispuesta especialmente para el caso, el cuarto de los triques.

-Y dígame una cosa licenciado: ¿de dónde vendrá esa palabra?

-Yo pensaba que era un mexicanismo, pero no. Aunque nadie lo dice, creo haber dado con el origen del vocablo. Pienso que viene de "pelitriques", voz castellana que sí registra el diccionario y que significa "Cualquier cosa de poca entidad y valor". Abreviación de esa palabra sería "triques".

-Me parece plausible la explicación, licenciado. Lo felicito.

-Muchas gracias, a sus órdenes.

 

 

EL ÚLTIMO DE CATÓN

 

La hija de don Poseidón, rudo granjero, se fue a la ciudad a estudiar. Pocos días después la esposa de don Poseidón le informa a éste: "-Recibí carta de Bucolia. Dice que ya la matricularon". "-¿Lo ves? -prorrumpe don Poseidón-. ¡Te dije que algo malo le iba a pasar si se iba allá!".

 

 

MANGANITAS

Por AFA

 

"... Hay corrupción en la policía del estado de Tamaulipas...".

 

No entiendo -aunque sea veraz

la citada información-

por qué se hace la mención.

También hay en los demás.