OPINIÓN

MISCELÁNEA DE HISTORIAS / Catón EN EL NORTE

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MIRADOR

San Virila salió de su convento. Iba a la aldea a buscar el pan para sus pobres.

Hacía frío. Hacía mucho frío. Un pequeño gato tiritaba a la orilla del camino. San Virila lo vio y se compadeció de él. Hizo un ademán. Un rayito de sol atravesó las nubes del invierno y se posó en el gatito, que empezó a ronronear, feliz, en la grata tibieza que lo envolvió.

Pasaba por ahí el rico del pueblo y vio el milagro que el humilde fraile había hecho. Le dijo, prepotente:

-¿Por qué no haces que un rayo de sol venga también a mí? ¿Acaso soy yo menos que el gato?

Respondió San Virila:

-Nadie en la creación de Dios es menos que nadie, y nadie es más. Tú no necesitas calor para tu cuerpo: tienes sobrada ropa que te cubre. Necesitas calor en tu alma, fría por el egoísmo, la indiferencia, la falta de generosidad. Sólo el milagro del amor puede quitarte esa frialdad. 

El rico se alejó mascullando palabras de disgusto. El frío que llevaba con él enfrió aún más el día.

¡Hasta mañana!... 

PRESENTE LO TENGO YO

Escritores de cosas y cosas de escritores

Es sabroso escribir acerca de escritores. Del relato de la vida de algunos he sacado cosas de interés.

Federico Gamboa y Artemio de Valle Arizpe decían ser "padrotes literarios", pues aquél vivía de los ingresos que le daba su famosísima novela "Santa", y el escritor saltillense obtuvo magníficos ingresos por las regalías de su libro "La Güera Rodríguez". Ambas mujeres fueron cortesanas, Santa en lupanares de barriada, la Güera en palacios y casas de gran lujo.

El mismo don Federico Gamboa fue siempre, según sus propias palabras "... perpetuo adorador de esa dulce pasta que llaman carne los teólogos...". José Juan Tablada, autor de frases felices, dijo una vez que don Federico dirigía a las mujeres "miradas trepadoras".

El autor de "Santa" publicó otra novela llamada "Suprema Ley". En España la hizo pedazos Leopoldo Alas, "Clarín", con una despiadada crítica. En América, por el contrario, el argentino Leopoldo Lugones dijo que "Suprema Ley" era una de las mejores novelas de su tiempo. Con gran filosofía comentaba don Federico esos opuestos veredictos. "Total -decía-, un Leopoldo a favor y otro en contra".