MISCELÁNEA DE HISTORIAS / Catón EN EL NORTE
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MIRADORJean Cusset, ateo con excepción de cuando lee a Darwin, dio otro sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:-A los católicos se nos enseñó a despreciar el mundo; a fijar toda nuestra esperanza en una patria definitiva: el Cielo. Se nos enseñó también a despreciar los bienes terrenales -sobre todo el dinero-, pues según la doctrina son cosa del demonio. Esas enseñanzas, con ser tan espirituales y elevadas, no hicieron de nosotros gente de trabajo. ¿Quién quiere arar en un valle de lágrimas?-La reforma protestante -siguió diciendo Jean Cusset- dio a los hombres un nuevo sentido del mundo, del trabajo y de la dignidad de los frutos que el trabajo da. Mientras los pueblos germánicos y sajones que se afiliaron a la nueva concepción medraron y se enriquecieron, las naciones latinas siguieron en su esperanza de una recompensa sobrenatural.-Reconozco que lo que digo es muy simplista -concluyó Cusset-, pero aun así creo que no hace ningún daño pensar que el bienestar en la Tierra no está reñido con la prometida felicidad del Cielo.Así dijo Jean Cusset, y dio el último sorbo a su Martini, con dos aceitunas, como siempre.¡Hasta mañana!... PRESENTE LO TENGO YODon M. Muy ocurrente señor era don M, cuyo nombre no pongo aquí completo por razones de discreción. Ganaba buenos dineros trabajando, pero gustaba de leer el libro de las 40 hojas, es decir que tenía afición a la baraja, y en conquianes, albures y briscas solía perder mucho de lo ganado.Un cierto día le mandó recado a su señora: había hecho un buen negocio, y ya iba a la casa con mucho dinero en los bolsillos. Llegó, en efecto, pero más desplumado que un canario que se hubiera metido por equivocación en una cancha de badminton. -¿No que traías mucho dinero? -le dijo amoscada su señora.-Lo traía -contestó don M-, pero me lo quitaron ocho de a pie y cuatro de a caballo.Se refería a los reyes, las sotas y los caballos de la baraja traicionera.En otra ocasión el mismo señor don M fue a Terán, la zona de tolerancia de Saltillo, y se enredó con una de las daifas que en ese lugar de rompe y rasga hacían comercio con su cuerpo.No sé qué haría con ella -líbreme Dios de averiguar detalles que no quiero ni imaginar-, el caso es que perdió su dentadura postiza. Al día siguiente de la noche anterior don M hizo acto de presencia en las oficinas de "El Diario", el periódico que en la calle de Múzquiz dirigía don Benjamín Cabrera, y un día después apareció publicado en la primera plana un muy vistoso anuncio: GRATIFICARÉ sin averiguaciones a la persona que haya encontrado una dentadura postiza extraviada en el cabaret "Montecarlo", de la zona de tolerancia, la noche del pasado sábado. Entregarla en casa de don M, Calle Tal, Número Tal. Sus hijos -sobre todo sus hijas- pusieron el grito en el cielo, en la tierra y en todo lugar. Le reclamaron a su padre: -¡Pero, papá! ¡Qué forma de avergonzarnos! ¡Ahora todo Saltillo sabe que usted frecuenta esos lugares! ¡Si era cuestión de la dentadura, nosotros le habríamos dado para que se comprara otra! -No es la dentadura -respondió don M hablando trabajosamente- Es la amansada. Hombre de buen humor, lo conservó hasta lo último. Cuando le llegó la hora de la muerte hizo que se congregaran en torno de su lecho las mujeres de la familia: esposa, hijas, hermanas, sobrinas, nueras y cuñadas. Con voz doliente se despidió de ellas; solemnemente les dio la bendición. Luego exhaló un profundo suspiro, sacudió todas las extremidades y dobló la cabeza sobre la almohada. Las mujeres se abrazaron unas a otras, pesarosas, y rompieron a llorar sonoramente. Hasta la calle, hasta tres cuadras más allá de la calle, se oían sus ululatos y gemidos. Don M abrió un ojo, enderezó la cabeza y paseó la mirada por las acongojadas plañideras. -Nomás las estaba tanteando -dijo-, pa' ver cómo van a reaicionar cuando me muera. Sonrió muy divertido por la burla y se murió. Ahora sí de veras.EL ÚLTIMO DE CATÓNUn individuo se presenta ante el juez de lo familiar. "-Señor juez -le dice-, quiero divorciarme de mi esposa". "-¿Por qué?" -pregunta el juzgador-. "-Por adúltera y afrentosa" -manifiesta el tipo-. "-Lo de adúltera puedo entenderlo bien -dice el juez-. Pero, ¿qué es eso de afrentosa?". "-Permítame explicarle, señor juez -contesta el tipo-. Ayer llegué a mi casa de un viaje y encontré a mi esposa con otro hombre". "-Muy bien -acepta el juez-. Ahí está lo de adúltera". -Ahora viene lo de afrentosa -sigue el tipo- Cuando me vio, mi mujer ni siquiera dejó de hacer lo que estaba haciendo. Me dijo: "-¡Qué bueno que llegaste, Corneliano! Siéntate y fíjate muy bien, para que aprendas". MANGANITASPor AFA" El peso seguirá flotando". Tal comentario he leído, y tengo una observación. Más que verlo en flotación yo lo miro muy hundido.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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