OPINIÓN

Ni amores ni odios

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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"En política no tengo ni amores ni odios". Así escribió una vez Porfirio Díaz. Quizá al decir eso no dijo toda la verdad. Tenía en relación con Juárez un sentimiento que iba más allá de la simple animadversión. Estaba convencido de que el presidente abrigaba la ambición de convertirse en dictador. Eso lo movió a rebelarse contra el gobierno: de defensor de las instituciones don Porfirio pasó a ser un amotinado. No le faltaron razones para convertirse en eso: se levantaba contra Juárez, sí, pero su rebelión era contra el corrupto sistema que Juárez había inaugurado.