La resurrección de Piquina es un caso de esperanza. Lloré igual que cuando Blanca Nieves abrió los ojos con un beso. ¡Despertó!, recuerdo que corrí a decirle en ese entonces a mi mamá con mi carita llena de ilusión. Enseguida me abrazó con ternura, porque eso es lo que hacen las madres. Ahora corrí con mi marido a darle la noticia de Piquina y ni siquiera me peló. Eso es lo que hacen los maridos.