'No se va a poder'
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN EL NORTE
3 MIN 30 SEG
La patrulla antialcohólica detuvo a un individuo que iba en su vehículo. El oficial encargado del retén le demandó: "Sople en este tubo a fin de saber si ha consumido usted bebidas embriagantes". Dijo el sujeto: "No se va a poder". "¿Por qué? -inquirió el policía. Respondió el tipo: "Padezco de enfisema pulmonar. Si soplo ahí mis pulmones se colapsarán, y moriré. Usted será el culpable de mi muerte". El guardia se azaró. "Entonces voy a hacerle una pequeña cortadura en un dedo para ver su nivel de alcohol en sangre". Volvió a decir el conductor: "No se va a poder". "¿Por qué?" -preguntó el jenízaro. Explicó el hombre: "Sufro de hemofilia. Si usted me hace ese corte me desangraré hasta morir. Usted será el culpable de mi muerte". El oficial vaciló. "Le daré entonces un pequeño golpe en la rodilla con este martillito para observar si sus reflejos no están alterados por el consumo etílico". Repitió el tipo: "No se va a poder". "¿Por qué?" -interrogó el guardia, ya molesto. "Tengo osteoporosis -le informó el sujeto-. Si me golpea ahí podrá romperme un hueso, y quedaré lisiado de por vida. Usted será el culpable de esa fatal lesión". El oficial, encalabrinado, le ordenó: "Descienda del vehículo y camine por la raya blanca de la carretera. Así sabré si guarda usted el equilibrio". Opuso una vez más el obstinado tipo: "No se va a poder". "¿Por qué?" -se enfureció el policía. "Por dos razones -respondió calmosamente el individuo-. La primera, porque no hay red protectora. La segunda, porque ando pedísimo"... (Nota. Este último vocablo, plebeyo y malsonante, proviene de la palabra "peda", igualmente vulgar y cacofónica, la cual es quizá una corrupción de "pea", palabra culterana que significa ebriedad o borrachera. En la misma forma es probable que el voquible "cruda" venga de "curda", voz que igualmente sirve para designar a la embriaguez). ¿A qué ese chascarrillo de dudoso gusto y esa campanuda disquisición supuestamente filológica? Vienen a cuento para glosar la afirmación de la presidenta Sheinbaum en el sentido de que México será una potencia científica. Al respecto cabe decir la misma frase que con empecinada tozudez repetía el protagonista de la historia que ut supra relaté: no se va a poder. ¿Por qué? Por dos razones. La primera, porque para ser una potencia científica se necesitan tres cosas: dinero, dinero y dinero, y ése es un bien que en México anda mal. La segunda, porque durante el desastrado sexenio de López Obrador las instituciones científicas sufrieron recortes presupuestales que prácticamente acabaron con ellas, torpe embestida de la cual tardarán años en recuperarse. Buena intención tiene la Presidenta, pero ya se sabe para qué sirven las buenas intenciones cuando no están cimentadas en la realidad. Habrá que recordar entonces a aquel señor de edad madura que decía: "Tengo completas todas las facultades de mi cuerpo, incluida la impotencia"... Mis cuatro lectores conocen bien a Augurio Malsinado. Tiene tan mala suerte que cierto día entró en un pajar y se clavó una aguja. Otra noche fue a una casa de lenocinio, ramería, manfla o lupanar, y todas las daifas le dijeron: "Hoy no. Me duele la cabeza"... Don Furicio, severo genitor, montó en cólera cuando su hija Acostina le informó que un sujeto apellidado Pitrorrango la había llevado al Motel Kamawa, en cuya habitación número 210 se refociló con ella. "¡Infame seductor, villano lúbrico! -clamó en paroxismo de iracundia-. ¡Le exigiré que te devuelva tu honor!". "No lo hagas, papi -sugirió Acostina-. Si le exiges que me devuelva mi honor él me exigirá que le devuelva su dinero"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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