Rufiano y su mujer se vieron en el último extremo de la necesidad, pues él perdió su empleo y no pudo encontrar otro. Así las cosas le dijo a la señora: "Tendrás que salir tú a buscar dinero si quieres que mantengamos nuestro tren de vida". "¿Y en qué voy a trabajar? -replicó ella-. No sé hacer más que una cosa; tú sabes bien cuál es". "Pues haz eso -contestó él-. Los latinos decían: 'Necessitas caret lege'. La necesidad carece de ley. Tal proloquio es el origen de la frase popular 'La necesidad tiene cara de hereje', equivocada traducción, pero más expresiva, mucho más, que la correcta". "Estás divagando", lo interrumpió la esposa. "Tienes razón -reconoció el marido-. En nuestras circunstancias no necesitamos digresiones, sino acciones. Esta misma noche irás a ejercitar el oficio que llaman el más antiguo del mundo, quizá porque desde los tiempos más remotos el hombre ha abusado de la mujer y ha hecho de ella un objeto para su provecho y su placer, lo cual...". "Divagas otra vez -lo interrumpió de nuevo la señora-. Yo voy ahora mismo a prepararme a fin de iniciar mi nuevo giro, tan diferente del de esposa". "El matrimonio -declaró Rufiano- es una institución social que...". "¿Otra vez empiezas con tus divagaciones? -lo detuvo la impaciente cónyuge-. Venga, dame el poco dinero que nos queda. Con él compraré lo necesario para presentarme esta noche en sociedad". En efecto, fue la señora a una sex shop y adquirió los siguientes artículos: una pantaleta crotchless, un brassière de media copa, medias negras de malla con liguero, zapatos altos de tacón aguja, minifalda de tela charolada color rojo encendido y blusa que dejaba a plena vista sus atributos pectorales. Igualmente se compró una boa de plumas y un bolso de chaquira y lentejuela. En su casa se maquilló al modo estridentista y ensayó frente al espejo diferentes poses de sensualidad. Hecho eso se persignó -había oído decir que muchas sexoservidoras lo hacen antes de comenzar su jornada de trabajo- y así dispuesta se salió a la calle. Regresó a su casa en horas de la madrugada y puso en manos de su esposo sus ganancias de la noche: mil 100 pesos. Le preguntó Rufiano: "¿Tu cliente te dio 100 pesos de propina?". "No -respondió la señora al tiempo que se dejaba caer, desfallecida, en el sillón-. Mis 11 clientes me dieron 100 pesos cada uno"... La mamá del Estrangulador de Boston le comentó a su vecina: "Me preocupa mi hijo. Nunca sale dos veces con la misma chica"... Doña Gorgolota anunció en la merienda del Club de Costura que su hija se iba a casar. "Y ya bordé las toallas para los novios -añadió orgullosa-. Las de mi hija dicen: 'Ella'. Las de mi yerno dicen: 'Eso'"... Una chica le contó a otra: "Mi novio Cástulo es todo un caballero. No me besa al estilo francés; no me acaricia el cuerpo; no me pide que hagamos el amor... ¡Ya me tiene harta! ¡Lo voy a mandar a freír hongos!"... Aquel granjero relató en el bar del pueblo: "A veces me acometía a mitad del campo el deseo de tener sexo con mi esposa. Nos pusimos de acuerdo: cuando sintiera yo esa gana dispararía mi escopeta. Ésa sería la señal para que ella saliera de la casa y viniera corriendo a donde estaba yo. El plan funcionó bien por algún tiempo. Pero luego empezó la temporada de caza, y ahora raras veces veo a mi mujer"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.