OPINIÓN

Paso de marcha

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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A mí no me gusta hablar mal de nadie, pero lo cierto es que que don Juan Álvarez era muy ignorante. Nada lo obligaba a ser un hombre culto, ciertamente, pero da la circunstancia de que en aquellos días de septiembre de 1855 don Juan tenía en sus manos la fuerza de la revolución. Triunfante el movimiento que bajo tan pobres auspicios empezó Álvarez, los liberales lo escogieron para ponerlo en la Presidencia: sabían muy bien que lo podrían manejar a su antojo, como si fuera un títere. Álvarez hubo de someterse a sus demandas porque sin la ayuda que los "puros" consiguieron en los Estados Unidos su pronunciamiento no habría pasado de ser un simple cuartelazo sin consecuencia alguna.