Dícese de un restaurante dentro de otro restaurante. Así le llamó el veterano Vasconcelos a esta eclosión de mocedad que anda cacareando de jueves a domingo, una juvenil marisquería de diseño colorido y menú dicharachero enquistada en las entrañas de sus adustas instalaciones, que resalta desde su avejentada fachada con pigmentos y neones muy flashy, igual que la espinilla que brota entre las arrugas como un destello de juventud.