Después de un año tan apocalíptico, yo ya no me comprometí con tonterías tan cursis como "ya no voy a comer chocolates" o "voy a bajar 3 tallas". A la goma con todas esas banalidades, hay que vivir la vida a plenitud con los cachitos de felicidad que aún nos brinda. Uno de esos placeres es la gastronomía.