Hay recuerdos que deberían desaparecer del alma, pero que se sujetan a ella con tal fuerza que acabas por admitir su compañía para siempre.<BR><BR>Van conmigo ese imborrable "¡Hijos de la chin..., échenme agua que me estoy quemando!", cuando hace años acudimos a un incendio en el Penal de Topo...