Me encanta desayunar en los restaurantes de nuestros hoteles porque finjo que ando de vacaciones. Y también soy de las que pide "olor a nuevo" en el car wash para sentir que estoy estrenando. Eso y más te cuento en mi libro: "Aprendiendo a vivir con un tacaño", que seguramente jamás saldrá a la venta porque dice mi marido que no piensa poner un peso.