OPINIÓN

Sofía en la tina

Guadalupe Loaeza EN EL NORTE

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Desde que Sofía era niña, nada le daba más ilusión que bañarse en tina. Tenía la impresión que al sumergirse en el agua regresaba al vientre materno y que flotaba a sus anchas en el líquido amniótico. Andando el tiempo, ya casada, una de las condiciones para rentar un departamento o casa era que contara con el dichoso implemento de baño, de lo contrario, prefería no firmar ningún tipo de contrato. Cuando supo que la habitación del hotel no tenía televisión, pero sí un maravilloso baño con tina, pensó: "La verdad que qué suertuda soy, venir a París con mi maridonovioamante y poder bañarme en tina, he allí un prospecto de viaje que cualquier esposanoviaamante envidiaría".