Hay insectos molestos y hay insectos destructivos. Las termitas son lo segundo y, por desgracia, vivimos en un país plagado de termitas. Lo insidioso y peligroso de las termitas es que se esconden y se esparcen por doquier. No se notan, salvo pequeñas manchas de aserrín que son fáciles de limpiar e ignorar. En lo que andas ocupado en otros temas, se multiplican, comen sin cesar, trasminan todo. Todo aparenta ser normal, hasta que, repentinamente, se colapsa la casa. Lo trágico es que sabías que había termitas, y deberías haber hecho algo, pero lo inmediato pospuso lo importante. Pasaron semanas, pasaron meses, pasaron años. Y un buen día todo se derrumbó.
Juan Enríquez Cabot es autor de diversos libros sobre tecnología y académico ocasional.