OPINIÓN

Tregua rota

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN EL NORTE

3 MIN 30 SEG

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Los peluqueros suelen ser gente facunda, gárrula, parlera. Con sus clientes hablan, al modo de Pico della Mirandola, de omni re scibili, de todas las cosas que es posible conocer. El maistro Milo, popular personaje de una ciudad del norte de mi natal Coahuila, fue acabalado ejemplo de ello. Cierto día le preguntó un cliente forastero: "Dígame usted, maestro: ¿qué es el aire talajoh, con hache al final?". "¿Aire talajoh, con hache al final?" -repitió el fígaro. El hombre lo había tomado por sorpresa; el tema le era por completo extraño. Pero no podía permitir que se opacara su fama de omnisciente, pues había otros clientes esperando, y al punto se recuperó. "Mire usted, señor. El aire talajoh es una corriente de aire frío que se origina en la Península del Labrador; desciende por el Atlántico Norte; penetra en el Golfo de México: baja por el Mar Caribe y las costas del Cono Sur del continente americano; da vuelta por el Cabo de Hornos y sube por el Océano Pacífico hasta morir en las Islas Aleutianas. Ese es el aire talajoh, con hache al final". "Gracias, maestro" -agradeció el foráneo la respuesta. Terminó su trabajo el peluquero y dio vuelta al sillón donde había sentado el visitante. En tono de queja dijo éste: "Ay, maistro: qué chinga me acomodó usted". "¿Por qué me dice eso, señor?" -se alarmó Milo. Respondió el hombre: "Le pregunté qué es el aire talajoh, con hache al final, porque leí esas letras en el espejo, pero ahora que le dio vuelta al sillón veo que es el letrero en la pared del taller de enfrente: 'hojalatería'". Me explico ahora lo que mi abuelo materno, papá Chema, le dijo una vez al peluquero de la Villa de Patos, o sea General Cepeda, cuando éste le preguntó: "Don Chema: ¿cómo quiere que le corte el pelo?". Le respondió, lacónico, mi abuelo. "En silencio". Supe de un barbero que se disponía a rasurar a un señor con una de aquellas grandes y afiladísimas navajas de afeitar. Le contó mientras lo enjabonaba: "De joven quise ser cirujano, pero me temblaba mucho la mano, aunque no tanto como me tiembla ahora". Pues bien: con mano igualmente temblorosa, y quizá hablando de más, igual que peluquero de antes, digo que en adelante el pueblo bueno y sabio ya no será bastante para cuidar de la seguridad del Presidente López. Muy seguramente los malos sentirán que AMLO faltó a una especie de pacto tácito cuando de repente cambió los abrazos por balazos e hizo apresar a Ovidio Guzmán en vísperas de la llegada a México de Biden. En cuestiones como ésta no hay coincidencias, y todo indica que la nueva detención del delincuente fue ahora una especie de tributo al Mandatario norteamericano en ocasión de su visita. Ya se ha visto que la delincuencia organizada está muy organizada, y tiene una gran capacidad de respuesta cuando se le ataca. Los dos "culiacanazos" lo demuestran, con sus bloqueos de calles y carreteras, sus incendios de vehículos y ahora, extrema osadía, su tiroteo a un avión de línea. Deberán extremarse al máximo las medidas de seguridad en el curso de la presencia en México de Biden y Trudeau, lo mismo que el cuidado de la persona de López Obrador hasta el final de su sexenio y más allá de la terminación de su mandato, pues en forma tan abrupta rompió la tregua de cuatro años que había concedido a los cárteles de la droga, tregua que les dio tiempo para reorganizarse, armarse más, acrecer sus actividades y extender su dominio sobre vastas porciones del territorio nacional. Quizás estoy hablando de más e inventando cosas, como el maistro Milo, pero pienso que habrá que tener cuidado. Ya no son amigochos, como antes, AMLO y los malos... FIN.