OPINIÓN

Un corazón herido

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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La despedida de Concha Lombardo y Miguel Miramón, su esposo, fue como un desgarramiento. El general pidió a su esposa que obsequiara el deseo de Maximiliano, quien pidió a la valerosa mujer que fuera otra vez a San Luis Potosí a pedir a Juárez clemencia para los condenados. ¿Clemencia don Benito Juárez? No hay en sus profusas biografías un solo rasgo que permita pensar que don Benito era clemente. Inflexible sí, empecinado en sacar adelante sus propósitos, pero no piadoso ni benevolente. Contra ese muro debían estrellarse los ruegos de la infeliz esposa de Miramón.