La historia oficial nos ha dado una sombría visión de las haciendas del porfiriato. En los términos de su relato eran lugares de opresión, y los peones verdaderos esclavos de los hacendados. No debe haber faltado algún caso de ésos, pero en general las haciendas eran sitios donde se trabajaba bien, se vivía con tranquilidad y no faltaba nada. Los hacendados eran como patriarcas que veían a sus campesinos igual que a hijos y procuraban que nada les faltara. Tal era en verdad la regla general. Bien puede decirse que el caso del hacendado cruel y explotador era la excepción. Las visiones idílicas de "Allá en el Rancho Grande" no son tan mentirosas como las narraciones de los historiadores burocráticos que hicieron de cada hacendado un odioso Satanás.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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