Uno de los grandes desafíos de los tiempos modernos radica en la eficiente administración de nuestras emociones. Los sentimientos positivos o negativos se traducen en descargas químicas venenosas o saludables, según sea el caso. Los seres humanos contaminamos o sanamos nuestra sangre con nuestros pensamientos. La sangre tendrá un alto contenido de adrenalina al salvarse, por ejemplo, de la persecución de un león al trepar un árbol en el último momento, como será diferente al llenarse de endorfinas, las hormonas de la felicidad, al celebrar un evento entre contagiosas carcajadas. El flujo sanguíneo tendrá una mejor calidad si encontramos nuestra paz interior en un ambiente constructivo y reconciliador y a la inversa, si vivimos en un contexto tóxico, atenazados en episodios de ansiedad, nuestra sangre será una fuente de enfermedades de toda naturaleza, salvo que a diario la purifiquemos al instalar unos eficaces "drenajes mentales".
Abogado por la UNAM. Dedicado a investigar la verdad oculta de la historia de México, ha escrito 20 novelas históricas y 5 ensayos de diversa naturaleza. Ha impartido conferencias en México y en el extranjero. Es conductor de un programa de televisión y comentarista en distintos medios de radiodifusión. Ha publicado más de 4,000 artículos. Es columnista en el diario Reforma, en El País y en el Chicago Tribune, Hoy, entre otros más.