OPINIÓN

Vísperas de muerte

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Inexorables seguían corriendo las horas. Era ya el 17 de junio de 1867. Dos días después, el 19, debería cumplirse la sentencia dictada por el irregular tribunal que, con violencia a todas las normas del derecho, erigió Juárez para dar forma legal a la sentencia de muerte que ya él había hecho recaer sobre Maximiliano, Miramón y Mejía. En San Luis Potosí la esposa del segundo, Conchita, había agotado ya todas las esperanzas de salvar a su marido. En un lacónico telegrama le informó el fracaso de sus gestiones y se despidió de él "hasta el cielo".