OPINIÓN

¿Y cómo está su abuela?

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Llenos de admiración quedaron los mexicanos que no conocían a Carlota cuando la vieron por primera vez. La princesa era alta, muy alta. De hecho, aventajaba con su estatura a la mayoría de los ahí presentes. Su cabeza era pequeña, más de lo que habría recomendado el canon de las proporciones. Su talle era esbelto y fino; su cara, redonda y de tez muy blanca, mostraba mejillas de un suave color rosado que no era resultado de los afeites, sino obra de la naturaleza. Sus negros cabellos hacían juego con sus ojos, profundamente negros y en los que se advertía en ocasiones una vaga melancolía, decían todos que por la falta de hijos.